¿Cómo aprovechar las situaciones acuáticas para la educación en valores?

Las últimas investigaciones han encontrado que los niños son capaces de mostrar signos de empatía desde una edad muy temprana. Los docentes pueden actuar como modelos de valores positivos, alentando a los niños a ser amables, justos y responsables, pudiendo ayudar, todo esto, al desarrollo de su personalidad. Si los niños experimentan con personas amables y comprensivas, será un buen modelo a seguir.

Por lo que los educadores pueden utilizar los programas acuáticos en la infancia como un excelente escenario para educar a los niños en valores (amabilidad, empatía, compasión, etc.). Adaptando la propuesta de la Asociación Americana de Psicología al medio acuático se proponen las siguientes situaciones:

1. Es importante hacer ver a los niños, lo mucho que significa para el educador acuático que se comporte con amabilidad y responsabilidad. Si ven que para el educador es importante, también lo será para ellos. Cuando el niño actúe de forma desconsiderada e irresponsable, sería aconsejable en ese momento hacerle ver que no se está de acuerdo con este tipo de conductas. Hay que hablar con firmeza y honestidad, criticando el acto en sí, no al niño. Por ejemplo: “El salpicar de agua a tu compañero de forma intencionada no ha sido muy amable” en lugar de “Tú no eres amable”. Asimismo, hay que darle una explicación del por qué se desaprueba esta conducta, haciéndole ver hasta qué punto le preocupa su comportamiento hacia los demás. Por ejemplo: «María está llorando. Llora porque le has quitado la tabla, y eso no ha estado bien”. 

2. Se propone que el educador sea franco, honesto y directo con sus explicaciones lo más concisas posible hacia los niños acerca de qué comportamientos son adecuados y cuáles no. La idea es enseñarles, no hacerles sentir culpables. Los docentes que atribuyen a los niños la causa de sus estados de ánimo, les hacen sentir culpables de su enfado o tristeza. Por ejemplo: Evitar frases como “Menos mal, que Juan no es como tú… Estoy muy triste por tu culpa… Con el dinero que pagan tus padres por las clases, mira cómo lo aprovechas… Me da vergüenza que te comportes así…”.

3. Los niños suelen buscar “pistas” en la figura de autoridad (docente) sobre la manera en que deben comportarse. Si se actúa consistentemente de forma amable y compasiva, es probable que ellos también lo hagan. Hay que evitar decir una cosa y hacer otra. El niño precisa que lo que se dice coincida con lo que se hace, no obstante, ellos prestarán mucha más atención a lo que hace. Por ejemplo: Si el educador le pide al niño que se lance al agua hacia sus brazos y cuando lo realiza el educador le quita los brazos, generará desconfianza y falta de responsabilidad.

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Profesor catedrático de Educación Física y Deporte en el Centro de Investigación del Deporte de la Universidad Miguel Hernández en Elche (Alicante, España). Presidente de la Asociación Iberoamericana de Educación Acuática, Especial e Hidroterapia (AIDEA). Autor de los libros Cómo lograr la competencia acuática, Juegos acuáticos educativos, Estimulación acuática para bebés, Bases metodológicas para el aprendizaje de las actividades acuáticas educativas y editor de la Revista de Investigación en Actividades Acuáticas.

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