¿Puede la profundidad del agua influir en el aprendizaje de las habilidades acuáticas en la infancia?

Una de las preocupaciones de muchos educadores acuáticos es reducir la tasa de mortalidad por ahogamiento en la infancia con programas acuáticos especializados. Sin embargo, son escasas las evidencias científicas de que las actividades acuáticas puedan disminuir dicho riesgo. Esto hace poner en duda la venta de dichos programas acuáticos centrados en un aprendizaje conductista de las habilidades acuáticas.

Lo que sí está abundantemente evidenciado son los efectos positivos de los programas acuáticos a nivel cognitivo, socio-emocional y motor. Para ello, se utilizan distintas metodologías de enseñanza. El enfoque tradicional para enseñar a nadar es secuencial. Normalmente, sigue una progresión estandarizada de enseñanza para el dominio de un conjunto fijo de habilidades. Sin embargo, otros enfoques, buscan que la adquisición de nuevos patrones de movimiento y conductas acuáticas, también proporcione un estímulo adecuado para el desarrollo cognitivo, afectivo y motor de los niños. Hay varios factores que influyen directamente en la organización de la enseñanza y, por lo tanto, determinan su eficacia. Los factores principales pueden ser, entre otros, el método didáctico, el número de niños en la clase, la temperatura del agua, el número de clases por semana, y la profundidad del agua.

La profundidad del agua parece ser el único tema que agrega cierta falta de consenso en la comunidad científica y técnica. El estudio de Costa et al. (2012) consiguió evidenciar que las metodologías de enseñanza analizadas en su investigación, donde se analizaban programas en piscina profunda y poco profunda con bebés de seis a dieciocho meses, no mostró diferencias significativas. La profundidad del agua parece afectar negativamente a la adquisición de habilidades acuáticas en niños de esta edad. Por lo que es muy arriesgado asumir que al trasladar al niño lo antes posible a una zona profunda sin ayuda de material de flotación puede adelantar la adquisición de la propulsión.

La autonomía propulsiva parece estar sobrevalorada por los educadores acuáticos en piscinas profundas. Son de gran ayuda las experiencias positivas en piscina poco profunda, pues permitirán dar un paso progresivo de confianza y seguridad en el niño para la consecución de la competencia acuática. Estas situaciones también se podrían combinar con experiencias en la piscina profunda. Por esa razón, se recomienda la utilización de material de flotación de forma más frecuente sin llegar a generar dependencia del mismo para facilitar la autonomía final del niño.Costa, A. M., Marinho, D. A., Rocha, H., Silva, A. J. Barbosa, T. M., Ferreira, S. S., y Martins, M. (2012). Deep and shallow wáter efectos on developing preschoolers´ aquatic skills. Journal of Human Kinetics, 32, 211-219. DOI:10.2478/v10078-012-0037-1

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Profesor catedrático de Educación Física y Deporte en el Centro de Investigación del Deporte de la Universidad Miguel Hernández en Elche (Alicante, España). Presidente de la Asociación Iberoamericana de Educación Acuática, Especial e Hidroterapia (AIDEA). Autor de los libros Cómo lograr la competencia acuática, Juegos acuáticos educativos, Estimulación acuática para bebés, Bases metodológicas para el aprendizaje de las actividades acuáticas educativas y editor de la Revista de Investigación en Actividades Acuáticas.

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